La Historia de Humor Amarillo
Para la generación X, o sea, los Baby Boomers, que son los nacieron en la década de los 70 y principios de los 80 y para los primeros millenials, siempre quedará en su recuerdo el famoso programa televisivo Humor Amarillo. Pero ¿Qué sabemos realmente sobre dicho programa?
Vamos a ver un poco de historia.
Años 90, Berlusconi envía a España a Valerio Lazarov para que ponga en funcionamiento la cadena privada de televisión “Telecinco”. Tienen una fecha límite en la que hay que emitir o les retiran la licencia. Los estudios Moro, antiguo plató de cine se cae a cachos. Entraba agua por todos los lados y los techos parecía que se iban a caer en cualquier momento. Lazarov puso de presidente de la cadena a un tal Miguel Durán, un hombre ciego. El Bigotes de la operación Gurtel traía a unas chicas llamadas “Mama Chico” que se encargarían de lucir palmito en una época donde todo valía para entretener al personal. Todo era bastante surrealista. Un día a alguien se le ocurrió que había que traer a un tal Benny Hill porque rima con Gil y Gil y Valerio dijo “adelante”. Por aquellas, Benny Hill ya era un anciano estropeado y el primer día, en la que estaban cenando todos juntos, después de unas copas Jesús Gil se puso a darle cachetes en la cara. Benny Hill, que no entendía nada, le arremangó una hostia y se lio gordísima.
Y así era todo, cualquier parida que a alguien se le ocurriera, como meter a Jesús Gil en un jacuzzi lleno de modelos era una idea televisable. Y en esta vorágine, un día, Valero Lazarov apareció con unas cintas de video que había comprado en una feria al peso. Había material de todo tipo que había que mirar si tenía algún tipo de aprovechamiento. Dichas cintas terminaron en una oficina que acabaría inundándose. Era una especie de pajar con una mesa, un micro y unos cascos. Durante una época se trabajó con un metro de agua, dos banquetas de bar y la creatividad del personal. Los domingos por la tarde, con un 31% de share, Humor Amarillo fue la sensación.
El material original era una producción japonesa llamada “Takeshi Castle” o en japonés “Fūun! Takeshi Jō” que traducido al español se podría llamar ¡Diversión! El Castillo de Takeshi. Pero eso lo supimos mucho después. Por aquella época nadie conocía nada sobre lo que se estaba visualizando en esas cintas.
Las cintas, como dijimos antes, se adquirieron en una feria, pero con el éxito del programa, hacía falta más material y se buscó por todos los sitios a ver si había más episodios. Hay que recordar que era una época antes de internet, donde encontrar información era mucho más difícil que ahora. Hubo algo de suerte, y se encontró otra media temporada en Honk Kong.
¿De que trataba el material?
Parecía que era un programa televisivo japonés, de humor, un humor muy peculiar. Su presentador nos introducía en una especie de gymkana donde los participantes debía superar pruebas de destreza culla finalidad era que se diesen golpes o se cayesen de bruces en el barro. Bueno, la finalidad era superar las pruebas, pero el fin último era que no las superasen.
Los autores de todo
Nadie sabía japonés ¿Qué decían? Ni idea. Por lo tanto, el doblaje tenía que ser libre. Totalmente libre. Y los autores de dicho doblaje fueron unos chavales de 24 y 30 años: Miguel Ángel Coll (hijo de José Luis Coll) y Juan Herrera que hasta entonces se habían dedicado a la radio experimental.
Ah, y a un becario que les pusieron para que les ayudase. Un becario de los de entonces que no cobraba ni nada y del que todo el mundo pasaba. Se apellidaba “Cudeiro” y para rendir homenaje al chaval y reconocerle su trabajo, se creó el personaje del “Chino Cudeiro”. Que no era un personaje único, si no, muchos.
El éxito del programa fue debido a crear una realidad paralela a las imágenes. Textos, personajes y diálogos que no se daban en las cintas originales pero que eran perfectamente coherentes con lo que sucedía. De hecho, toda la iconografía, los decorados, los personajes y la producción era japonesa, pero en el mundo paralelo era chino: El Chino Cudeiro, el Laberinto del Chinotauro… Los ideogramas japoneses eran “Gurrapatos” y todo muy políticamente incorrecto para los estándares actuales. Incluso podría ser algo ofensivo para algunas personas. Mucho más si tenemos en cuenta que los tontos del programa eran casi siempre occidentales. Pero era otra época donde podías decir o mostrar lo que quisieses sin que en las redes sociales la gente mostrase su descontento: No existían redes sociales. Y obviamente, los medios de comunicación no iban a hablar mal de sus propios contenidos.
El éxito del formato fue tal que en Italia lo copiaron en su propio formato llamado “Mai Dire Banzai”.
Los personajes
Se fueron creando poco a poco una serie de personajes que serían recurrentes como El Chino Cudeiro o Pinky-Winky, Dolores Conichigua y que nada tenían que ver con los de la versión original.
Listado de personajes:
- Takeshi Kitano
- Mini Takeshi
- Esbirros de Takeshi
- Primo Mario
- Junior
- General Tani
- Gacela Thompson
- El Chino Cudeiro
- Cudeirín
- Pinky-Winky
- Chupy (a veces llamado Chucky)
- El Dúo Pirata
- El Primo Divertido de King Kong
- Dolores Conichigua
- Pepe Livingston
- El Pequeño Samurai
- El Grano de Café
- Paco Peluca
- Juanito Calvicie
- El Monstruo de la Laguna Sucia
- Animal
- Las Geishas
- El Primo de Harry Potter
- El Mono Borracho
- El Rubio de Bote
- Yochiro
- El Boxeador
- La Señora
- El Concursante Sexy
Y otros tantos eventuales como: el General Tano, la tía de Takeshi, Preservativo Azul Gigante, El Flequi, el presentador Ramonchu Tokanabu, el rico Floren Kagapasta, la madre de Tani, Eugenio Kurosawa, etc.
Las pruebas
Al igual que con los personajes, nos nombres de las pruebas nada tenían que ver con el original. La prueba de "Las zamburguesas", "Los cañones de Nakasone" o "El laberinto del chinotauro" eran las pruebas más divertidas y las que pasaran a la historia.
Por alguna causa inexplicable es gracioso ver a alguien escalabrarse. Los participantes de “Humor Amarillo” se sometían a las pruebas con espíritu entusiasta y una sonrisa perenne, como sólo ellos saben. Y no era fácil: desde la muralla china hasta el combate de Sumo, pasando por la tabla de planchar, había mil oportunidades de partirse el cráneo y/o ser atacado por los esbirros de Kitano. Seguramente, una de las pruebas más míticas sea la de las zamburguesas, donde los competidores se las jugaban cruzando un río sobre unas rocas, que podían ser fijas o no. Había numerosas técnicas para superarla: una de ellas era atravesarla como una gacela, levitando, para evadir pisar una roca falsa. La otra, algo más sensata, consistía en tantear cada piedra antes de apoyarse en ella. No obstante, ninguna de estas tácticas garantizaba el triunfo. La verdad es que no era nada simple llegar hasta el castillo. Sobrepasar todas las pruebas requería resistencia física y una cabeza fría. En el Laberinto del Chinotauro eran varios los que caían presa del pánico cuando de veían atrapados entre alguna puerta y Juanito Calvicie y Paco Peluca, los guardianes. Tampoco es nada simple atravesar un puente colgante mientras te acribillan con pelotas o sobrepasar un circuito de obstáculos montado en una bici-ballena.
Que recuerdos ¿Verdad? Pues ya sabes algo más del origen del “Humor Amarillo” y ya tienes material para una conversación de sobremesa o para tomar unas cervezas con unos amigos. Pero recuerda, no termines como el Mono Borracho no sea que los Esbirros de Takeshi te lleven a la fuerza ante el General Tani.